Todavía me inquieta recordar algunas de las canciones de Tuxedomoon, una banda que nació en San Francisco y que fue reuniendo componentes por todo el globo, acabando como una formación pluricultural y atrevida.
Su ideario de cosmopolitismo vanguardista sigue tan vigente como el primer día; ellos escenificaban sus canciones con una serie de escenarios que ahora parecen tan imposibles como improbables, es decir, muy pocos grupos de rock se atreverían a plantear teatralizaciones de su música y, sin embargo, sería tan impactante descubrir las posibilidades que esconde una buena canción para ser interpretada como una obra visual, que recordarles es un placer en todos los niveles.
Después de un par de discos en el sello de The Residents, con la aportación del músico japonés Winston Tong, la banda se busca un referente en la vieja Europa y transgrede sus arquetipos de avant-garde con una buena dosis de jazz, pop y tiznes electrónicos. Pura conjunción de talentos con Blaine L. Reininger, Steven Brown, Luc Van Lieshout y algunos colaboradores más, dando forma a una progresión inclasificable y genial que duraría unos años brillantes hasta el ocaso de los ochenta.
Esta canción y lo que representa es uno de los ejemplos más perfectos de lo dicho, además es una de mis preferidas.
Bowie les adoraba, no podía ser de otra forma.

But the way that i feel about you
Is beyond words
O give me the words
Give me the words
That tell me nothing
O give me the words
Give me the words
That tell me everything
In a manner of speaking
Semantics won’t do
In this life that we live we live we only make do
And the way that we feel
Might have to be sacrified