Cuando Paul Weller experimentó la decadencia en las expectativas que el público había depositado en él, intentó lograr una confluencia de influencias para encauzar su carrera e iniciar una nueva etapa. Fueron tiempos difíciles, aquel momento en que The Style Council había tocado fondo, cuando su sello discográfico se negaba a publicar su disco “Modernism”. Y Paul se reconstruyó, usando, como siempre, reflejos de un pasado que le alimentaba las neuronas. Los primeros discos como The Paul Weller Movement y PW a secas regurgitaron el recuerdo de uno de sus fetiches personales: Traffic.
Y a eso voy, Traffic siempre han sido considerados en su justa medida, pero la memoria es corta y su tremendo legado ha sido lamentablemente olvidado. Sus discos representan la intersección entre décadas, entre la psicodelia y ciertos tiznes progresivos que siempre revestían de soul y algo de jazz. Eran, sencillamente, unos colosos, músicos con una versatilidad pasmosa, usando infinidad de instrumentos y creando cosmos evolutivos en crescendos apoteósicos.
Steve Winwood, que venía de un pasado Mod con Spencer Davis Group, Jim Capaldi, que tocaba básicamente la batería, pero era asimismo un músico ambivalente, Chris Wood, otro esteta de la vanguardia sonora y Dave Mason, guitarrista con una sobriedad y un estado de forma inigualables, nunca se excedía más de la cuenta, sus aportaciones eran calibradas y efervescentes, formaron el núcleo de la banda en el crucial 1967 y abrieron la caja de las delicias con un álbum perfecto, perfecto y jugoso, abierto y sorpresivo, “Mr. Fantasy”.
Hasta 1973 estuvieron prolongando una carrera sin fisuras, en donde hubo aportaciones africanas, riesgos asumidos por un conjunto acicalado en la medida de su huésped principal, Winwood, pero sobre todo estuvieron generando algo distinto a la maraña que usaba el prog como plataforma en donde cabía de todo y muchas veces de forma desmedida. Ellos no, ellos eran matemáticos en su dosificación de talento. Nueve Lp’s de alto calibre que, ahora precisamente, suenan tan modernos que acongojan y emocionan desde el primer surco. Hasta las portadas de sus discos eran toda una experiencia, con recortes en las mismas y desarrollos cúbicos. Esenciales.
Buenas vibraciones!