“Sé realista, pide lo imposible”, una de las arengas de aquel inolvidable Mayo del 68 que resiste a los embistes del mundo moderno. ¿La razón?, sencillo, nuestra capacidad para analizar la vida se diluye por el desagüe de la información, el poder que tienen otros para controlarnos, las ejecutivas de la barbarie social contra las mayorías aturdidas. Pero hay algunas posibilidades, desear lo imposible, navegar por estímulos que evitan la asfixia del capitalismo en su mayor expansión, la que nos ha tocado vivir ahora mismo; buscar espacios interiores y encontrar a alguien con quien compartirlos, para que, a su vez, otras personas te descubran los suyos y los atardeceres sean más hermosos.
Se trata de perseguir, de localizar y abrazar la finalidad de nuestros corazones, que bien puede ser un suspiro, una canción o las líneas de una novela; pero hay muchas más, tantas como seres que respiran y anhelan, así que me mostraré un confeso a la esperanza, como diría el inmenso Timothy Leary, adicto a estas sensaciones que provocan júbilo y optimismo.
Creo, luego existo, a pesar de los condicionantes, pienso, luego aporto, comparto pensamientos, luego comunico… consecuencias de sentirse vivo y siempre expectante, siempre preparado para la sorpresa. Buscando delfines en el mar, esas bellas criaturas cuyos gemidos son como cantos de paz y cuyos deslizamientos sobre el agua son bailes de coreografías imposibles y perfectamente ensambladas.
Fred Neil, nativo de Ohio, se afincó en la Nueva York que transpiraba cambios y libertad, en pleno corazón del Village, cuando templos como el café Wah? representaban las vivencias de unas nuevas generaciones sin corsés ni etiquetas. Ahora todo se envasa al vacío, hasta las creencias, hasta las personas. Se nos pone un cuño de supuesta autenticidad y solo se nos permite ahuyentar malas vibraciones cuando saltamos al vacío sin parapeto. Pero se puede, espero que sí, porque eso es lo que yo intento a diario, buscando delfines en el mar, como Fred Neil, que positivizó la reacción del pensamiento sin ataduras.
Hagámoslo, podemos, claro que podemos.
Buenas vibraciones!