Anoche terminé de ver la segunda temporada de Berlin Station; en ella se relata un futuro inminente en una Europa devastada por la indecencia y la incomprensión, apoyada por la magnitud fóbica de Trump en los U.S.A. y el temperamento sangrante de la iglesia católica. Imperios en busca de una determinación en la cual los objetos humanos sean carne con código de barras.
Luego suelo ver El Intermedio, me divierte y me asusta al mismo tiempo, porque me aterroriza cada vez más hacia donde se dirige una sociedad impermeable a las emociones, por lo menos a las emociones en común, las que arrastran a gentes que necesitan de las empatías de los que, por motivos únicos de nacimiento, nos situamos en un peldaño superior. Todo son castigos, venganzas, injurias a la libertad… y sobre todo a la libertad de expresión, el único arma que tenemos los que ejercemos nuestro derecho a pensar. La monarquía y la iglesia católica son unos gigantes que despedazan ideas sin pudor, las arrebatan a sus dueños y las queman en la hoguera de los odios.
Yo estoy muy triste por eso. Bueno, por eso y por millones de cosas que hacen de este mundo algo más empobrecido culturalmente. No me quiero quejar, tengo cosas que me ayudan a soportar la injerencia de tan deleznables monstruos del poder; por solo poner algunos ejemplos, tengo a Ezra Furman, que combate el hastío y la ignominia en su país con discos que alumbran calzadas ennegrecidas, tengo a Guillermo del Toro, cuyo film “La forma del agua” nos trae una fábula de un romanticismo sublime, que abofetea a quienes confunden diferencia con rareza, tengo a Philip Norman, que por fin dedica un escrito a Paul McCartney, en una biografía que me produce entusiasmo, tengo a mis amigos de 16 Toneladas y El Loco Club, que me entregan píldoras de la mejor música en directo, tengo muchísimas cosas más, amig@s fabulosos, a los que quiero y a los que me quieren, incluso a los que no me soportan, tengo por ello pensamientos gratificantes y, claro, tengo mi reducto en mi tienda de discos, que intenta escaparse (espero que lo estemos consiguiendo) de la vulgaridad de un comercio al uso, como la ciudad que le da el nombre, Amsterdam.
En definitiva, no debería preocuparme porque el mundo se desmorone creativamente hablando, que la gente en su mayoría sufra las embestidas de todos esos poderosos, que meten entre rejas a personas que muestran sus pareceres y lo expresan en canciones o en pinturas o en qué se yo. Sí, puede que no debiera preocuparme, pero sí lo hago, es mi derecho a defender gentes que muestran ideas que las cercenan gobiernos, creencias religiosas o monarquías, la lacra de sociedades cuyos pobladores lo pasan mal y ellos se ríen a gusto de todo eso.
No hace tanto tiempo de esto (1982), pero quiero reflexionar que es lo que hubiera ocurrido si esta canción hubiera salido ahora mismo. Con toda probabilidad a Eduardo le hubiera caído una buena, el disco habría sido secuestrado, Paloma Chamorro no les habría sacado en la televisión española y, claro, todos los padres de la patria estarían felices y en misa diaria.

https://www.youtube.com/watch?v=MvaAHDsZa5o