Siempre he sentido una admiración por los francotiradores en la Catalunya distintiva, los que usaban su lengua como arma artística, lejos de condicionamientos sectarios, de racismos encubiertos de ciertos nacionalismos excluyentes, por eso me sentía afín a genios como Jaume Sisa, Oriol Tramvia o Pau Riba, que transgredían la sociedad desde un espacio cósmico (alguno se autodefinió como transcantautor galáctico) que alteraba las rígidas neuronas de los del seny ese de pacotilla. Claro, eran viajeros, internacionalistas y, evidentemente, de izquierdas.
Su centro de operaciones era el Zeleste, en la mítica calle Platería, en El Borne, dirigido por un ensoñador poeta de la vida, Víctor Jou, que arrastraría a su particular feria de subversivos del sistema a personajes de la noche barcelonesa que respiraban libertad y creatividad a borbotones.
No sé si he dicho alguna vez que adoro a la gente de Munster, principalmente porque son unas personas estupendas, luego por muchos de los discos que editan, como ahora este primer single del Pau Riba más arrebatado, que en el 67 le pedía a un taxista que le llevara al cielo, a ver si allí encontraba algo interesante.
Buenas vibraciones!