Una de las sorpresas con las que me he topado casi por casualidad es el hallazgo de un músico atemporal que lleva haciendo discos desde hace unos años sin que su nombre resaltase en los medios con un fulgor que merece.
Jonathan Levi, de apellido judío memorable, es un londinense criado en Liverpool que ha acabado refugiado en Los Angeles, no sin antes trabajar en un proyecto de riesgo psicodelico llamado Super Numeri, una especie de colectivo que aunaba simbiologías pop caleidoscópicas con atavíos jazzisticos experimentales en una suerte de liturgia climática un tanto complicada. Realmente era como encontrarse con el Krautrock en un proyecto afín a lo que se denominó Post-Rock
No es que haya un interés especial con aquella banda, ni su paso por Ladytron como bajista de contrato, en todo caso algunos parajes que establecen sus encuentros con sonidos del pasado, en pleno proceso entre lo psicótico y lo progresivo, que le marca su interés por ambientes añejos.
Es cuando cambia su nombre por el de Pop Levi e inicia una etapa de canciones clarividentes regadas de postulados Glam y energía canalizada en los setenta, como en un encuentro imposible entre Marc Bolan y Led Zeppelin. Su primer single contiene esos acertijos de aquella década, tamizados por una melodía implacable y un estribillo arrebatador, es «Rude Kinda Love», el primer aviso de una serie de composiciones que fuerzan lo glorioso, lo retro y lo caramelizado a partes iguales. De nuevo, en sus siguientes entregas, encontramos a T. Rex (“Sugar Assault Me Now”, “Wannamama”), a Todd Rundgren (“Never Never Love”), a los Sparks (“Pick-Me-Up Uppercut”) y algunos ecos de hard británico de aquellos tiempos (“Blue Honey”, “Motorcycle 666”); pero todo remozado con brío pop del presente, localizando un hueco sin cubrir en el presente.
Hasta ahora tres LP’s formidables, sin fisuras, perfectos en la elaboración y descarados en sus proclamas, rebosantes de ese glamour vestido de lamé que capturó los mejores momentos hasta el advenimiento punk.
No es, desde luego, un músico prolífico, su último disco está datado en el 2012, con lo cual quizá su pereza se deba a que aún no se le ha adjudicado el calificativo de “nuevo genio”, algo que yo, por mi parte se lo otorgo sin dudas.