El sonido del sello Stiff fue un revulsivo a la Inglaterra de la Thatcher, con la misma virulencia que el punk aunque rebosante de buenas melodías pop. A finales de la década de los 70, tras el apogeo de las huestes de los Clash, Pistols o Buzzcocks, grupos con una entidad distinta, aunque aparentemente igual de agresivos estéticamente, irrumpieron en la escena británica aportando una dosis considerable de melodías cristalinas. Puede que el estado ruidoso de las crestas y colores chillones no fueran con ellos, pero sí la energía que colisionaba con el modelo estandarizado de la música anglosajona, por aquellos años. Stiff fue una compañía discográfica que propulsó aquellos personajes inherentes al prototipo de New Wave, que partiendo de presupuestos sonoros colindantes al punk, generaban un enlace inmediato con el sentido artístico de los 60. Aquellos héroes se llamaban Elvis Costello, Nick Lowe, Ian Dury y un aguerrido muchacho de una zona cercana a Brighton llamado Eric Goulden, apodado Wreckless Eric, posiblemente el más iracundo de todos ellos.
Eric nació en la costera población de Newhaven, en 1954. Hijo de actriz de series televisivas, mostró una facilidad pasmosa para escribir canciones con mucho sentido del humor, por ello se afanó en vincularse al mundo del pop. Montó varias bandas hasta que logró conectar con el sello Stiff, gracias a su buen amigo Nick Lowe, al que seguía desde los tiempos de Brinsley Schwarz. Casi inmediatamente a su fichaje, publicó un single que le daría una notoriedad inesperada (y justa). “Whole Wide World” es considerada una de las mejores canciones de nueva ola de todos los tiempos; publicada en 1977 y con una instrumentación básica, prácticamente interpretada por Nick Lowe, John Peel la eligió como una de sus favoritas (otra de aquella generación fue el “Teenage Kicks” de los Undertones) y todavía prestigiosas revistas como MOJO sitúan la composición como uno de los mejores emblemas del 77. Por si fuera poco, en la reunión de los Monkees se atrevieron a incorporarla a su repertorio.
Stiff Records movilizó a sus incipientes estrellas en una gira llena de descalabros; “A Bunch Of Stiff Records” protagonizó algunos de los mayores desmanes y altercados a finales de década y fue también un disco de presentación de todos aquellos tipejos, entre los que se encontraban unos primerizos Motorhead (el susbsello Chiswick también tenía una estrecha relación con Stiff).
El primer LP de Wreckless Eric apareció a los pocos meses, en dos formatos distintos, de 12 y 10 pulgadas, con alguna canción cambiada. Al tema estrella se le adjuntaron algunas canciones igualmente memorables, donde la voz rota y socarrona de Eric atronaba en los estribillos hasta hacerlos irresistibles. Su formidable forma de concebir las canciones, con fuerza, provocación, humor y vitalidad, hicieron de él un personaje indiscutible de las noches ebrias en el pub de turno. De hecho, parte de sus influencias venían, desde luego, del denominado Pub Rock, con bandas como Tyla Gang o Ducks Deluxe. Aquel alegato de energía contenía momentos sublimes como “Reconnez Cherie” o “Personal Hygene”, con una abrasiva letra, más punk que en la mayoría de los grupos que usaban la etiqueta. Una de las peculiaridades de Eric era su acento, propio de un cockney, a pesar de que provenía de otro lugar bien distinto.
Casi sin dar tiempo al descanso, entre pinta y pinta de cerveza, Eric vuelve a la carga con otro LP y lo hace como solo él sabe hacerlo, de forma impecable, otro disco redondo, rozando la perfección y en un imposible cónclave de pop, irreverencia, agresividad y locura. Es “The Wonderful World Of Wreckless Eric”, un segundo trallazo que te aprisiona y te deja sin sentido, en el que parece imposible encontrar fisuras. Singles inmediatos como “Walking On The Surface Of The Moon”, “Take The Cash (K.A.S.H.)”, “The Final Taxi” o la pluscuamperfecta “Veronica” son retazos de la cotidianeidad sonora de un tipo divertido como nadie. Pero su vida personal está regada por numerosas complicaciones, el alcohol le va mermando esa capacidad para demostrar su vitalismo y cae en pequeñas depresiones.
Stiff le presiona para que siga componiendo ya que sus discos, a pesar de que ahora nadie se acuerda de ellos, se venden francamente bien y compite por ser uno de los grandes nombres de la New Wave con Costello o Graham Parker. Ello le lleva a, en un momento espectacular de lucidez y creatividad, publicar su tercer LP, “Big Smash!”, un doble disco con canciones totalmente nuevas y la recuperación de algunas antiguas. “Big Smash!” es un ineludible paso a la posteridad; nadie se acordará de él, pero la prensa y los anales de la historia del rock le colocarán en su lugar de honor por tan glorioso trabajo. No importaba que su ruptura con el sello se precipitase o que sus problemas con el alcohol fueran cada vez más graves, él tenía bajo su aspecto de tímido chico perjudicado un capazo de canciones que podrían ser eternas, si la memoria de las personas fuera justa. Comenzando por un single enorme, “A Pop Song”, cuya portada en formato 7” es una declaración de principios; o dejándose inundar por “Excuse Me”, “Walking On The Surface Of The Moon” y “Hit + Miss Judy”, por sólo poner unos ejemplos. veinticinco obras maestras de escasos minutos, que te propulsan hacia la felicidad.
Eric se despide de Stiff y durante una serie de años se dedica a divertirse, hace música por placer, sin perseguir notoriedad o recompensa, como cualquier genio que se precie. Y Eric es un genio, con todas las letras de la palabra; su siguiente proyecto cuenta con la participación de antiguos colegas de los Blockheads de Ian Dury, se trata de un grupo llamado Captains Of Industry, con el que publica el disco “A Roomful Of Monkeys”, en la misma línea que sus discos anteriores, aunque no tan brillante (hubiera sido imposible superar lo que precedía a este). Un año después forma The Len Bright Combo, un trío de garage que estimula sus canciones con el ambiente americano de los 60, inspirado por Sonics, Standells, Chocolate Watchband y otras bandas que agredían sus instrumentos en los garajes caseros californianos, décadas atrás. Con ellos graba dos discos que pasan ignominiosamente desapercibidos, pero a él no le importa, se larga del Reino Unido y acaba en Francia, bebiendo vino y formando otro grupo, Le Beat Group Électrique, con el que se marca un disco apasionante; un giro de tuerca embravecido por tintes folk y sonidos supuestamente arcaicos. Problemas de visado de sus dos compinches (canadienses de origen) y con las uvas fermentadas le apartan del mundo de los vivos, a pesar de que aquel disco es arrollador.
Ubicado en el sello francés New Rose (qué grandes discos publicó en la década de los 80), sus trabajos siguientes son pequeños esbozos de lo que realmente hubiera sido capaz de crear un hombre de su talento; así se edita un mini Lp en directo en la tienda de discos de París hasta que se reencuentra a sí mismo en “The Donovan Of Trash”, donde se reafirma en su particular crepúsculo personal, siendo capaz de bromear consigo mismo y de establecer un estilo para su mundo interior. Este LP es un disco inacabado, un prodigio que nunca rubricó con una buena producción, aunque puede que eso es lo que persiguiera.
A partir de ahí, Wreckless Eric se estabiliza personalmente y graba cuando puede o cuando quiere, nunca está demasiado claro; primero con The Hitsville House Band, con los que parece inminente un regreso en condiciones, ya que este Lp es un magnífico ejemplo de lo que es capaz de hacer. Un conjunto de canciones que llevan su firma y que recorren caracteres, barrios, situaciones y gentes inglesas. Un disco espectacular que tampoco le sirve para mucho, desgraciadamente su genialidad sigue pasando de largo. Aprende y aprende, viajando en coche por toda Europa, no para dar conciertos, sino para conocer gentes y culturas distintas. Regresa a Inglaterra y publica sus memorias como insurgente de la industria discográfica y superviviente de la era punk, “A Dysfunctional Success – The Wreckless Eric Manual”. Graba algunos discos más, “Karaoke”, “Bungalow Hi” y tres junto a su compañera sentimental, la cantautora americana Amy Rigby, con la que acaba contrayendo matrimonio.
Eric Goulden, el gran Wreckless Eric, sigue empecinado en hacer lo que quiere, lo que le reconforta, vivir la vida con una buena copa de vino en su mano pergeñando canciones con las que hacer más felices a los demás.
Nota: Durante todo el mes de Septiembre estoy recuperando a Wreckless Eric en Los 39 Sonidos
www.los39sonidos.podomatic.com