Disco del día (272) Los artilugios que derivaban del jazz y que se acercaron a las posturas del rock a finales de los 60 o principios de los 70 son difíciles de catalogar. Por un lado se les etiquetó como jazz-rock, por otro jazz experimental y por un tercero rock jazzístico o fusion. Y no era nada de todo eso, aunque podría serlo todo al mismo tiempo. Figuras como Chick Corea, Al Di Meola, Jaco Pastorius, Herbie Hancock o Billy Cobham se adentraron en terrenos de arenas movedizas, sorprendiendo a sus seguidores ortodoxos y dejando una secuela de sonidos para futuras experimentaciones. Mi opinión personal es que, en la mayoría de los casos, todo ese arquetipo de fusion era tremendamente aburrido, recorridos de escalas, improvisaciones eternas y un exceso de virtuosismo que sólo genios como Miles Davis se podían permitir. Pero claro, había casos de protagonismo creativo, sobre todo cuando todo ese mejunje de jazz y ritmos rock se bañaba en soul. Curiosamente ese sendero fue el menos apreciado, tanto por público como por crítica, sólo evitado en casos excepcionales como Chicago, la exuberante macro banda que rubricó más de una decena de álbumes geniales.
Del mismo palo eran Dreams, el grupo liderado por Michael Brecker (hermano del célebre Randy), Barry Rogers, Don Grolnick, Eddy Vernon y Doug Lubahn, músicos de largo recorrido que se movían con agilidad dentro del funk, el soul e incluso la salsa de Fania. A la batería del grupo se encontraba una de las luminarias de este segmento sonoro, el anteriormente citado Billy Cobham; pero el contexto de este combo de notables instrumentistas distaba bastante de lo que los fans esperaban de ellos, para alegría de los que disfrutaban de las melodías por encima de los desarrollos. Su primer LP es sorprendente y jugoso, un compendio ácido (porque venía salpicado de psicodelia) que se enfundó el traje soul para corroborar una de esas rarezas que se descubren pasado los años. Luego todos ellos se marcharon a hacer trayectorias más acordes con su etiquetado de jazz-fusion, pero jamás superaron este pequeño retazo de imaginación difícilmente calificable.
La portada era también una maravilla, basada colosal René Magritte.