A principios de los 70, el rock había dejado de ser colorista para enaltecer ambientes más crudos, por un lado, o momentos más laberínticos, por otro. Fue el apogeo de las grandes bandas de hard y el sonido progresivo. Poco podían hacer aquellos grupos que dignificaban la melodía y heredaban su estilo de aquella invasión británica de finales de la década anterior; hasta los Who estaban cambiando.
Algunos atrevidos iniciaban su camino con otro espíritu, tomando las enseñanzas de los últimos años de los Beatles, los Hollies, los Kinks o las bandas del sonido californiano, años atrás. Eran Badfinger, en Inglaterra; Raspberries y Big Star en los Estados Unidos y poca cosa más.
En un pequeño lugar del casi desconocido estado de Ohio nacieron Blue Ash, que perfilaban sus canciones bajo este epígrafe. Ellos eran cuatro altivos muchachos conscientes de que la fiuerza del rock duro carecía de melodía. Y para eso estaban ellos, Jim Kendzor, el cantante, Frank Secich, al bajo y armonías, Bill “Cupid” Bartolin a la guitarra principal y coros junto a David Evans con la batería. Era 1969 y no fue hasta un par de años después cuando se embarcaron en una serie de conciertos que suscitaron la atención de la prensa especializada. En junio del 72 Blue Ash tenían un flamante elenco de canciones compuestas, habían participado en un homenaje a Janis Joplin y Jimi Hendrix (que acababan de fallecer) y se habían mostrado a la opinión pública logrando un merecido sobresaliente, en un mundo indómito de rock progresivo e incipiente heavy metal.
Michael Brown, de los exultantes Left Banke, estaba dispuesto a producir su álbum de debut, pero se truncó por problemas editoriales, tras su fichaje por Mercury, que impuso a Gary Rhamy, cercano al mundo del folk eléctrico, aunque también interesado en ellos, como productor final.
Tras un intercambio de pareceres, compañía, productor y artistas decidieron un repertorio para el LP que contaba con canciones propias y un par de adaptaciones, como declaración de principios; una casi desconocida composición de Bob Dylan, “Dusty Old Fairgrounds”, que solo había aparecido en bootlegs del artista, y “Anytime At All”, su rendición a los Beatles. El disco se llamaría “No More, No Less”, otra declaración de intenciones.
La prensa se deshizo en halagos para con el álbum y las comparaciones surgieron inmediatamente; la más evidente, Badfinger. Entonces se comenzó a acuñar el término “Power Pop!”, con exclamación final, para darle más énfasis. Y la compañía les embarcó en una serie de giras un tanto contraproducentes, como grupo de apoyo de Aerosmith, Nazareth, Ted Nugent y demás especímenes del rock mainstream. El resultado no gustó ni a la banda ni a los seguidores, rudos y poco proclives al pop, de aquellos grupos. También pudieron girar con los New York Dolls, otra genial banda que vivía la incomprensión del público, pero no les supuso ningún punto a favor.
En 1977 grabaron su canto del cisne, un Lp titulado “Front Page News”, en el sello Playboy, con el que tampoco pasó nada, a pesar de los casi 1200 conciertos que dieron por todo el país, a pesar de tener canciones cristalinas y maravillosas, a pesar del apoyo logístico de la prensa inteligente. Es francamente extraño que no sea un grupo de culto, como, sin ir más lejos, lo son Big Star, pero así fueron las cosas.
Años después han sido reivindicados por gente de la nueva ola inglesa, como los Records, que versionearon su gloriosa “Abracadabra (Have You See Her?)”, los Dead Boys y otros combos proto punks.
Los dos discos de Blue Ash se encuentran, ahora mismo, descatalogados, hubo una reedición en Cd de su primer Lp por parte del sello Universal en el 2008, con texto interior del propio Frank Secich, anteriormente Not Lame había publicado un doble Cd con maquetas, temas inéditos y singles con el nombre de “Around Again”, en el 2004. Recientemente, el sello español You Are The Cosmos ha editado un doble vinilo, con EP de regalo incluido, conteniendo también algunas joyas desconocidas y demos de tan extraordinario e injustamente olvidado grupo.
Y en Los 39 Sonidos, durante los meses de noviembre y diciembre de 2015, estaremos recuperándolos, en un intento flagrante y alevoso de excitarnos con canciones que propulsan estribillos irresistibles, aunque solo sea por el hecho de que una buena canción es suficiente para mover el mundo interior de alguien sensible.