El Glam, como género artístico o movimiento cultural, quizás también como estética, no se limitaba a una serie de líneas marcadas, al contrario que la mayoría de etiquetas sonoras.

Evolucionado desde el contexto Mod, por una parte, la imagen y ritmos rock-a-billy, por otro, además de constatar que no existía una homogeneidad como tal, excepto en buscar, de alguna manera, la femineidad de lo masculino, no hay unas pautas rígidas para recordar cuál o cuáles fueron los parámetros por los que se movía; lo único claro es su instinto provocador, que generó años después cosas como el Punk.

Si, por un lado, la imagen garrula de grupos como Sweet, Slade o Hello contrastaba con la sinuosidad de músicos solistas más creativos y ciertamente más cultos como Marc Bolan, David Essex y, sobre todo, David Bowie y Roxy Music, otros se envolvían con papel de estraza rockera, aparentando un supuesto regreso a los orígenes, aunque con tintes de purpurina. Ahí estaban Mud, Alvin Stardust y Gary Glitter. Movimiento casi exclusivamente masculino (la americana Suzy Quatro era la excepción), era poco proclive a buscar conexiones literarias y posturas cultistas, exceptuando en algunos instantes Bolan con sus T. Rex, Bowie (el más creativo, sin duda) y un genio un tanto olvidado e incomprendido, el londinense Steve Harley (Stephen Malcolm Ronald Nice es su nombre real).

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Harley dotó al movimiento de una dosis ingente de poesía, de imaginería onírica y de emoción sin paliativos. Lógicamente era el menos hortera de todos y sus influencias estaban mucho más relacionadas con la literatura de T.S. Elliott que con los futbolines y los zapatos de plataforma (bueno, también se los enfundó al principio). Inspirado en la etapa eléctrica de Dylan, es indudable las similitudes que le encontramos con la gran trilogía bowiana, “Hunky Dory” (sobre todo), “Ziggy Stardust” y Aladdin Sane”.

Sus dos primeras entregas aparecen con el nombre de Cockney Rebel, dos discos rotundos y tremendamente líricos, “The Human Menagerie” y “The Psychomodo”; los arreglos de estos dos Lp’s distan mucho de la simpleza directa del Glam y reconforta la singularidad con la que trata una instrumentación rica en matices y envolvente. Todavía hoy suenan arrebatadoramente modernos. En mi libro “Los 100 mejores discos del Rock”, publicado en 1993,  coloqué el segundo de ellos y sigo convencido de volverlo a incluir cuantas veces hiciera ese listado.

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Steve fue antes crítico musical en el Melody Maker, lo que le granjeó ciertas reticencias entre sus antiguos colegas y un escepticismo entre sus compañeros músicos, con lo cual nunca fue atendido en toda su dimensión; era demasiado culto para las hordas de lamés, fulares y pelos de colores, era demasiado emocional para la urgencia que trataba aquellos días la música (repito, antesala del punk) y, sin duda, era demasiado artista para ser entendido como un personaje del entretenimiento. Igual que Bowie, pero sin el respeto que este consiguió.

A partir de su tercer álbum, renombra a la banda como Steve Harley and Cockney Rebel y entrega otra obra de arte monumental, “The Best Years Of Our Lives”. Comienza a dar conciertos con un público entregado mientras la prensa le sigue siendo esquiva, lo que no le preocupa demasiado, ya que conserva el favor de sus seguidores. Así se suceden grandes discos, todos sobresalientes, sin altibajos, algo casi imposible en un artista: “Timeless Flight”, “Love’s A Prima Donna”, el fulminante directo “Face To Face”…

Son cinco LP’s de estudio perfectos, el paso de los años les sigue dando la razón, plagados de canciones en las que los textos son crudos y dramáticos. “Sebastian”, “Cavaliers”, “Red Is A Men Mean Colour”…en ellos encontramos actitud y sensibilidad, por eso es difícil equiparar a otro músico con tal secuencia de obras tan exquisitas.

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A finales de los 70 reestructura su carrera y busca nuevos apoyos logísticos, se deshace de sus antiguos músicos y, posiblemente con ello, pierde algo de intensidad, ya que sus entregas a final de la década no son tan brillantes, aunque conserven parte de su fugor: “Hobo With A Green” y “The Candidate”.

Steve Harley sigue en activo, edita discos de vez en cuando, conserva su innato talento compositivo y suele pasear sus canciones en conciertos acústicos, mostrando que continúa poseyendo una emocionante capacidad vocal. Pero lo realmente importante es lo que sucede cuando lo escuchas por primera vez, que no puedes creer que alguien tan inmenso haya permanecido en el letargo de la crítica, aunque de injusticias el arte esta repleto. Quedémonos pues con la suerte de abrazarlo en nuestra memoria y paladear algunas de las canciones más hermosas que se edificaron en los años setenta.

Steve Harley & Cockney Rebel recuperados en Los 39 Sonidos durante los meses de Enero y Febrero de 2016. Puedes escuchar cinco canciones por programa en:

www.los39sonidos.podomatic.com